Información de Angola

Es un destino que invita a explorar lo desconocido, un lugar donde la historia y la naturaleza convergen en un relato fascinante. Este país, que mira al Océano Atlántico y comparte fronteras con Namibia, Zambia, la República Democrática del Congo y la República del Congo, ofrece una experiencia distinta, alejada de los circuitos turísticos más convencionales.

 

Las ciudades angoleñas, con su arquitectura colonial y sus vestigios del pasado, narran el complejo legado de la colonización portuguesa. Sin embargo, más allá de las urbes, la verdadera esencia de Angola reside en su diversidad cultural, donde conviven más de 90 etnias, cada una con sus tradiciones y modos de vida únicos. Los khoisan y los himba, entre otros grupos, mantienen vivas prácticas ancestrales que conectan con los primeros habitantes del continente.

 

En el sur, comunidades como los cubal, hacaonas y nguendelengos siguen llevando vidas seminómadas, adaptándose al entorno en busca de pastos para el ganado o de recursos naturales. Su día a día es un reflejo de una relación profunda con la tierra, marcada por rituales y creencias que se han transmitido a lo largo de generaciones. Bailes nocturnos, ofrendas a la luna y ceremonias de adivinación son parte de un mundo espiritual que sigue vigente, donde el tiempo parece detenerse.

 

El paisaje es igualmente diverso. Desde la desolada pero hermosa Bahía dos Tigres, una lengua de arena y mar que evoca misterio y aislamiento, hasta los parques nacionales como el de Cangandala, hogar de Palanca negra gigante. Esta especie, símbolo nacional, estuvo al borde de la extinción durante los años de conflicto, pero su redescubrimiento en 2004 fue un triunfo para la conservación y un símbolo de resiliencia para el país. Así como la recuperación del Parque Nacional de Quiçama, o la Serra da Leba y el desierto del Namib.

 

Angola no es solo un destino para aventureros; es un lugar para quienes buscan comprender la riqueza cultural y natural de África en su estado más puro. Viajar aquí es encontrarse con historias vivas, paisajes impresionantes y un pueblo cuya conexión con la tierra sigue siendo profundamente espiritual y auténtica.

Luanda

Es una de las mayores metrópolis africanas cuyos habitantes angoleños de descendencia bantú, representan el motor de una ciudad que aún mantiene viva la huella que dejó la colonia portuguesa. Esta ciudad vive al ritmo de las danzas kizomba y la música kuduro. En la que aquellos que sean amantes de la gastronomía, podrán hacer las delicias de sus paladares en el gran paseo marítimo que recorre la bahía de Luanda. Pescados a la parrilla, pollos Muamba, mermeladas de cacahuete y una amplia lista de elaborados platos componen la oferta de sus restaurantes. Entre sus mayores atractivos se encuentran la Fortaleza de Sao Miguel, el Museo Nacional de la Esclavitud, la Catedral del Santísimo Salvador y el Palacio de Hierro, construido por el mismísimo Gustave Eiffel. Emblemáticos edificios históricos cuyas visitas pueden combinarse con el disfrute de las increíbles playas de la isla de Mussulo, la Barra de Donde o Cabo Lado, entre otros bellos arenales. 

Lubango

Es una ciudad en la que sus habitantes destacan por su hospitalidad y cuya economía está basada en la industria del envasado de alimentos, la producción del cereal, la fruta y la verdura. Fue una de las primeras ciudades colonizadas por los portugueses, que recibió el nombre de Sa da Bandeira hasta que Angola consiguió la independencia. De entre todos los lugares a visitar, dos resultan imprescindibles: el Cristo de Lubango y la Fenda de Tundavala. Una estatua de mármol blanco de 30 metros de alto que fue construida en 1957 y un mirador ubicado a 2.200 metros de altura, desde el que se puede admirar una puesta de sol impresionante.

Bahía de los tigres

Se trata de una bahía ubicada en la Isla de los Tigres, la más grande de Angola, que recibe dicho nombre por los colores resultantes de la sucesión de dunas que componen su paisaje.  Atraídos por la riqueza de sus mares, pescadores portugueses fundaron un poblado pesquero en 1860 que se mantuvo vigente hasta la década de los 70. Hoy permanece abandonado, aportando un toque de misterio salvaje a esta isla tomada por las fuerzas de la naturaleza. Para aquellos exploradores y amantes de la fotografía que buscan visitar un paisaje propio de una película post apocalíptica, Bahía de los Tigres es el lugar adecuado. Un viaje a un tiempo pasado en el que la mano del hombre dejó una huella que poco a poco la naturaleza borrará para siempre. 

P.N. Namibe

Un ecosistema en el que habitan desde babuinos hasta gacelas e incluso pingüinos. Un tesoro de la biodiversidad en el que la naturaleza del océano se da la mano con la vida salvaje del desierto. 

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